Junio 19 de 2024. Ecatepec, Estado de México. El pasado 19 de junio viví en carne propia la extorsión policial que muchos ciudadanos han denunciado durante años. Este acto, que refleja la corrupción y abuso de poder dominante en el municipio, muestra cómo la impunidad sigue siendo una constante en el ayuntamiento.
Caminando por las calles de Ecatepec, promoviendo en los comercios publicidad en mi periódico «Fuentes Directas» fui sorprendido por la espalda por un policía preventivo del municipio, quien en tono agresivo preguntó ¿A ver, qué es eso? ¿Qué estás haciendo? muestrame tu permiso. ¡Eso está prohibido! Volví hacia el policía y le dije que era un periódico. Me comentó que estaba prohibido repartir propaganda en Ecatepec, le volví a decir que era un periódico y se lo mostré. Se notaba a leguas su intención de extorsionar. Volvió a hacer preguntas; Con quién trabajas, quién es tu jefe. Le indiqué que no tenía jefe, que era mi periódico, esto le molestó. Se acercó una mujer policía, considero que para el juego del policía malo y el bueno. Saqué mi credencial para mostrarsela, el policía me la quitó y me dijo que me iba a remitir. Mi siguiente comentario fue: Yo ya me identifique, ahora Usted identifiquese» Me dijo soy Ivan Trejo y qué? en tono muy agresivo. La verdad no creo que sea su nombre. Le comenté que estaba violando la constitución si me detenía, específicamente el artículo 6o. constitucional que indica que: Toda persona tiene derecho al libre acceso a información plural y oportuna, así como a buscar, recibir y difundir información e ideas de toda índole por cualquier medio de expresión. Me dijo que le valía madres.
Esto lo puso muy agresivo y comenzó a insultarme, «Me valen verga tus derechos, ¿Te crees muy chingón? Aquí vales madre, ¿como ves? Todo esto empujándome con el pecho para intimidarme. «chinga tu madre» que te parece.
Ante tal agresividad decidí ya no contestarle pues estaba en riesgo mi integridad física. «Déjeme ver qué dice el jefe» comentó la mujer policía. Se alejó hacia una patrulla, que se acababa de detener a unos 60 metros, mientras que el policía seguía intimidándome con groserías y empujándome con el pecho. Regresó la policía diciendo que estaba bien que me dejara ir. El policía me amenazó diciendo «Te voy a encontrar solo cabron».
Se alejaron un poco y decidí, aunque estaba lejos y no se veían las placas o el número económico, tomar una foto de la patrulla para documentar el hecho y en ese momento se bajó «el jefe» y me detuvieron con las siguientes palabras. «Chingao, se les brinda la atención y siguen chingando». Me condujeron a la patrulla y me subieron mientras el tal Ivan me tiraba una patada al subir.
Enfilaron la patrulla hacia los Arcos, en Granjas Valle de Guadalupe sin decir palabra durante el trayecto. llegamos y me condujeron hacia un portón grande blanco, me metieron por la puerta peatonal y el policía ordenó que me parara en una pared. Salió quien parecía ser el jefe y pidió que me pasaran a su oficina.
Pasé primero y me siguió el policía diciendo que andaba repartiendo propaganda y que me puse muy agresivo con ellos. El jefe buscó algo en su teléfono y se lo mostró al policía que me había detenido. Me preguntó mi edad y le dije que tenía 69 años. En seguida me indicó que repartir periódico estaba prohibido de acuerdo al bando municipal. Se me ocurrió pedir que me mostraran el bando municipal que habla al respecto, pero solo se me ocurrió, creo que pondría más en riesgo mi situación. y decidí no hablar.
Me preguntó nuevamente mi edad y le respondí. Me pidió que borrara las fotos que tomé y le dije que solo era una, me pidió mi teléfono y lo revisó, eliminando la foto que había tomado de la patrulla. Me dijo que esta acción me hacía acreedor a una multa, pero esta vez solo sería una llamada de atención, que solo le diera para el refresco al policía que me detuvo. Me hice el desentendido y pregunté, ¿Entonces me puedo retirar? me dijo que si, tome mis periódicos y me sali, me dijo espere, le voy a tomar una foto para que se vea que salió.
Consideré que aún estaba en riesgo, sobre todo porque ya tenían pruebas de que me dejaron libre, recordando la amenaza del policía. Y además no le dí para el refresco, por lo que rápidamente crucé la avenida y tomé un taxi que me sacara de ahí.
No se si tuve miedo, pero si pensé que podrían hacerme daño o desaparecerme pero nunca les mostré debilidad alguna. Lo que sí me dió fue mucho coraje, impotencia ante tanta arbitrariedad.
Este episodio no solo evidencia la corrupción en Ecatepec, sino también la vulnerabilidad de los ciudadanos frente a aquellos que deberían protegernos. Esta vivencia personal es solo una muestra de la extorsión y abuso que muchos en Ecatepec sufren diariamente. Es urgente que las autoridades tomen medidas concretas para erradicar la corrupción y garantizar los derechos de los ciudadanos, restaurando así la confianza en las instituciones de seguridad pública.